La nostalgia de las excursiones dominicales, la desolación por la muerte de un amigo, el trastorno de los sentidos al viajar por primera vez lejos de casa, el vértigo que provoca el riesgo de una travesura, la ebriedad de los primeros días de vacaciones...
Las emocionantes estampas que componen El vaso de plata rescatan de la memoria distintos momentos de la adolescencia de su protagonista, relatos conmovedores sobre la formación moral, sobre aquel «viaje a la singularidad que constituye toda adolescencia», por decirlo en palabras de Martínez de Pisón. La quietud y permanencia que destilan sus páginas, la sensación de que nos cuentan cosas «que han pasado y que están destinadas a seguir pasando» son uno de los mayores logros de un libro que ha retratado la adolescencia como pocos en nuestra reciente literatura.
Este libro, el primero de narrativa que publicó su autor y por el que obtuvo el premio Ciudad de Barcelona y el Crítica Serra d'Or de 1992, está destinado a acompañar nuestro propio aprendizaje del dolor y del amor y a perdurar en la memoria lectora. Un libro que nos enseña, como diría su autor, que «la vida es un pasar de una adolescencia a otra».