La narración de este clásico arranca de una manera convencional: un grupo de amigos comparten historias de fantasmas en torno al fuego una noche de Navidad. Uno de ellos contará la de una joven e inexperta institutriz que acepta hacerse cargo de dos niños, Miles y Flora, en una remota mansión de la campiña inglesa. Al llegar a la casa la joven se sentirá embargada por un sentimiento de intranquilidad y la inquietante sensación de que una presencia
maléfica acecha a los niños para corromperles. La protagonista se sentirá cada vez más angustiada, atrapada en una lucha que parece irreal.
La vuelta del torno está considerada de manera unánime como una obra maestra de la literatura gótica; es una de las historias de fantasmas más famosas de la literatura universal y también una de las más escalofriantemente ambiguas. Una exploración sutil del muy fecundo tópico victoriano de la casa encantada, en la que resuenan también el malestar social y sexual de la época.
Henry James era ya un escritor famoso —había publicado alguna de sus obras más importantes como Daisy Miller, Retrato de una dama, Washington Square o Las Bostonianas— cuando en 1897 aceptó la propuesta de la revista Collier’s Weekly para escribir una historia de fantasmas que se editaría por entregas. La vuelta del torno apareció finalmente en la revista entre enero y abril de 1898 y a finales de ese mismo año se publicaría como libro.